viernes, 30 de octubre de 2009
Self control
Con los ojos entreabiertos me dispongo a disparar un par de letras, que salen como proyectiles de mis dedos, los cuales fueron percutidos por mi mente, la imagen borrosa de una estrella que dio su vida para permitirme viajar en el tiempo, y la tonada fúnebre de una canción en mi cabeza, me dispongo, mientras las ideas invaden, se apoderan y me noquean, veo el cielo, mientras me pierdo en el titilante fulgor de aquella que su vida dio, regalo una sonrisa a medias y dejo que las ideas me invadan de nuevo, bueno o malo, si o no, mientras la luz artificial daña mis pupilas y las ideas mis neuronas.....
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1 comentario:
Cuando ÉL optó por la admirable decisión, sabía que los impulsos son inevitables. ¿Para qué oponerse a lo inevitable si al final pasa? No conviene contenerlos porque tarde o temprano detonan por aquí o por allá: en acordes desconcertantes, en letras delirantes o en ideas prófugas de la razón que se alojan en las coyunturas y demandan ser expulsadas para llegar a donde se quiere… aunque, a veces, llegan a donde no se espera.
Asunto habitual, las estrellas se contemplan entre si y provocan la envidia de la luna, aquella que, por más bella, aspira a la luz propia que no tendrá. Aquella luz del viajero del tiempo y la magia le es tan desconocida que la difumina en el reflejo. La confusión es ocasional, ÉL no necesita la luz ajena. Es capaz de ganarle a las ideas, de tómalas y hacerlas suyas, de trasformarlas en poesía.
Los ecos cósmicos le demandan que nunca deje de mirar al cielo, que no deje de sonreír, que cada sonrisa es el destello que acaba con el caos primigenio.
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